Ante el Sagrario
calienta las paredes de la casa.
Tu presencia divina se acompasa
con la dulce sonrisa de María.
Me dice titilante
la bujía
que en el Sagrario tu cariño abrasa.
Te das Señor. Te das. No tiene tasa
tu locura de Amor Eucaristía.
Yo quisiera
fundirme, sumergirme
en tu viva presencia hasta vivirme
pan de fe, de esperanza y de cariño.
Quisiera ser eterno
prisionero
para decir libérrimo: te quiero
con la hondura filial de blanco niño.
Autor: Rafael Matesanz Martín