11/7/20

POEMAS A LA VIRGEN DE LA FUENCISLA

FUENTECILLAS: FUENCISLA


En Fuentecillas: Fuencisla recuerda la sed vital del ser humano que se sacia con la familia,  amistad, trabajo, etc, siempre que estas realidades tengan dimensión de eternidad. La advocación mariana de la Patrona de Segovia se suma a otras que relacionan a la Virgen con las fuentes: Nació tu nombre del amor vertido en palabra fresquísima de fuente. En el programa de la Novena de 1983 terminará su poema Fuencisla, Madre con este verso: Nombre de luz y agua: FUENCISLA DE SEGOVIA.

 
  Nació tu nombre del amor vertido
en palabra fresquísima de fuente.
Hallazgo de plegaria transparente
y de fértil caricia de latido.

   Es piropo de luz tan encendido   

tan lleno de sonrisa confidente, 
que al pronunciar Fuencisla el alma siente
un vuelo azul de verso agradecido.

   Fuencisla, Madre, primavera cierta

siempre manando amor y siempre abierta
a los hijos que llegan para verte.

   Fuencisla, Virgen, donde se hace pura

la mirada del hombre que inaugura
el camino sencillo de quererte.


Otro santo, san Francisco de Asís, hijo fiel de la Virgen, está presente junto a Ella, en un paraje de tan marcado encanto natural: flora, agua, y aves. También, rocas, esas Peñas Grajeras testigos de las confidencias de los segovianos ante su Virgen. D. Rafael quedó prendado de la mirada que el artista puso en la talla de la Fuencisla: Por tus ojos se vierte tanta luna,/tanto candor, tanto brizar la cuna/ que, siendo hombre, yo me vuelvo niño.

Cuando se baja a la Virgen de la Catedral al Santuario, los Monasterios de San Vicente el Real y del Parral quedan a la vista en el trayecto. La Fuencisla mira complacida a estas hijas e hijos del silencio y nos invita a los demás a la fecunda serenidad contemplativa. Entre ellos, está el Convento de Santo Domingo en el que eran cuidados niños huérfanos y ancianos por las Hijas de la Caridad. La Virgen de la Fuencisla en ellas y con ellas, cura y limpia a los ancianos, abraza a los niños, besa, sonríe, llora para que nunca padezcan la amarga herida de carencia de afectividad.