CAMPANAS
de
metálicas lenguas, confidentes
de
antiguas brisas y modernos vientos!
Cuando
hablas en ellos resucitan
la
historia y la leyenda, se prolongan,
en cadena
de pájaros, los rezos
de tus
mozos antiguos en la fiesta;
vuelas
cigüeñas de ilusión serena
o saludas
el llanto de los niños
que nacen
a tu fe de piedra eterna
o llueves
esperanza en sus lamentos
cuando
algún hijo tuyo ha culminado
tu anhelo
de ser luz y carne viva.
Estas
calladas torres, sus campanas
velan
sobre tus pueblos contra el frío
del cierzo
ateo que congela sueños,
tus
sueños, tu sustancia teológica,
verdad
sobre las yertas realidades
en el
límite corto del sentido.
Porque tú
tienes alma, tú predicas,
hecha
palabra clara de campanas,
y tomas de
la mano al peregrino
tú, peregrina
en júbilo de bronce.