LA CASA VACÍA
Tu casa está vacía;
tal como la ganaste, ciencia en ristre,
en crudo duelo con el Inquilino,
libremente se abre a tu proeza.
Desnuda está tu casa de Existente;
vestida, palmo a palmo, de su sombra
helando soledad entre sus muros,
pero vacía, como tú soñabas.
Sin aroma de Causa por sus cales
y ceniza compacta en equilibrio,
difícil equilibrio de cadáver
cansado de fingir caliente hogar.
Tu casa está vacía, libre del Inquilino.
Estás dentro de ella plenamente.
Es tuya sólo; pero sin ventanas,
sin puertas, sin palabras y sin luz.
Habla, si quieres, habla: ella no sabe
responder a tu voz. Ella, tu sueño
de hogar acogedor sin geometría.
Moral, sin líneas rectas
de los rayos de sol hiriendo ojos
con vocación de oscuridad, enjutos
al llanto débil del latido blanco,
ella, desnudamente, hiere de silencio.
Tu casa está vacía: eres el dueño
de tu vacío mismo, de tu angustia,
de tus pájaros muertos, de tus niños
llorando por nacer para estorbar
- porque los niños sin la luz no saben
más que llorar, llorar, martillear
tozudamente el tímpano y el alma -.
Pero tu casa es tuya: el Existente
entre sus muros te molestaría.