María de Nazaret, eres tan Buena
que apenas te das cuenta de que brilla
tu corazón de luz y leve arcilla
ofrecido en purísima patena.
Intuyes los asaltos de la pena.
Nos das la mano desde la otra orilla
para que llegue a Ti nuestra barquilla
sobre la mar, tu mar siempre serena.
“No tienen vino” -dices con ternura
mirando al Hijo de tu carne pura.
El Hijo te reprocha tus desvelos.
Pero es tan fiel y manso tu servicio
que Jesús te complace y el prodigio
inaugura Su Reino de los Cielos.