En andas del Amor fuiste llevada.
Te dejaste llevar, como una pluma
por la brisa de Dios, feliz en vuelo.
El amor te dictaba los caminos
de tu andariego afán. Te sostenía
como vela encendida iluminando.
El amor desbordaba tus arterias
para verter en sangre manuscrita
palabras de llaneza fertilísima.
El Amor te besaba en el silencio
y te hablaba profundas confidencias.
El Amor te brisaba, te fundía
con el querer quemante del Esposo.
Eras Esposa por amor. Sellada
con la mirada de Jesús. Prendida
en la mirada de Jesús. Lavada
por la mirada de Jesús. Estabas
fascinada por Él, por sus locuras
anonadando a Dios en nuestra carne…,
haciéndose capullo de la Rosa…,
sintiéndose feliz en mi establo…,
carpinteando hogares de silencio…,
siendo amigo de anónimos luceros…,
curando a los enfermos y a los sanos…,
declarando doctores a los niños…,
muriéndose en abrazo permanente…,
resurgiendo en la luz que nunca cesa.
Te fascinó su Amor. Te sumergiste,
ebria de Él, con decisión suicida.
Y en Él moriste y vives para siempre.
Teresa de Jesús. Teresa loca.
Loquísima y simpática Teresa,
que aprendiste fielmente sus locuras
hasta fundirte Esposa en el Esposo.
Teresa de Jesús: Ya no hay locuras….
Ya los hombres se aburren de sensatos.
Ya los niños estaban y las rosas
languidecen sin besos del asombro.
Y los amigos duran lo que dura
una ración de gambas gratuita.
Ya los poetas quedan marginados
en la burla de rostros sin mirada.
Ya no anda Dios feliz en los pucheros
ni la lluvia de Él nos fertiliza…