29/10/23

CANTO A LOS NIDOS DE PAZ Y PAN BENDITOS

 




Hay en el mundo nidos que protegen

con paz y pan benditos contra el frío

y contra soledades tenebrosas

cuando gana la noche al horizonte.

Estos nidos de Dios son los hogares

de fe cristiana y honradez humana.

 

Los padres con su sangre van tejiendo

las flores de niñez que se aventuran

a poner en la tierra poesía.

Y los padres cultivan esas flores

con desvelos ocultos y sencillos.

Hortelanos de amor, austeramente

cavan, excavan, riegan y acarician.

Y sonríen bordando con el sueño

esperanza de triunfo para el hijo.

Nunca pasan factura por su vida

sembrada día a día sobre el surco.

Se conforman con ver que los sudores

de su frente cansada sin cansancio

fecundan primaveras de esperanza.

 

Yo sé que Dios contempla estos hogares

con mirada de amor y cercanía.

Y se siente feliz participando

de la luz y el calor de vuestra lumbre.

Los hogares cristianos son el aire

donde todos nosotros sacerdotes

respiramos la luz del Infinito

en la infancia feliz de aquellos días.

Con los tiernos detalles de cariño

se amasaba la sangre de la fe.

Tal vez, en la penumbra de la ermita

con un beso de amor aconsejabais:

“Mira a la Virgen. Tírale un besito”

o, al dejar a vuestro hijo en el colegio

con recia mansedumbre le decíais:

“No te pegues con nadie: los amigos

se ayudan y se quieren solamente”.

Y el hijo iba creciendo y aprendiendo

la honradez de creyente responsable.

Podía hospedarse Dios en esta sangre

amasada en artesa generosa.

 

Dios anida en vosotros, familiares

del sacerdote que declama el gozo

de sembrar su existencia sobre el surco

con ansia fértil de brotar la espiga.

 

Os felicita muy sinceramente

mi pluma de poeta; os agradece

más sinceramente

mi voz de sacerdote

el árbol que cobija mi existencia.

Porque sois el cobijo de una sangre

que crece en juventud a vuestro lado.

 

Gracias padres, hermanos, familiares.

Gracias amigas fieles de estos cristos

más de barro y de llanto que Jesús

y, por ello, también necesitados

de acogimiento como el que les dais.

 

Estáis cursando la mejor carrera:

la del amor cercano y generoso

a los hombres que salvan la presencia

salvadora de Dios sobre la tierra.

El Padre escribirá con letra suya,

en el día final de vuestra vida

Matrícula de Honor por el desvelo

en cuidar a sus cristos indefensos.

 

Sigamos adelante todos juntos

por los caminos del amor sencillo

que presagia la paz definitiva

en el hogar de Dios, Amor eterno.

 

(A los padres, hermanos, familiares y fieles servidoras del sacerdote)