13/12/25

LOS OBJETOS DE UN POETA

 



La Providencia ha hecho posible que se hayan conservado objetos personales del poeta Rafael Matesanz. 
Considerado el asunto humanamente, no era fácil. Este hijo ilustre de Prádena contaba sólo a su muerte, hace un cuarto de siglo, con su padre ya mayor, y que le sobreviviría poco tiempo.
Los enseres quedaron dispersos entre la casa natal que ha permanecido cerrada varios lustros y el Monasterio de San Vicente el Real, del que fue capellán. 
Fue hace 6 años cuando la asociación que lleva su nombre empezó a recoger cuanto se relacionaba con un hombre de nuestra tierra reconocido en el mundo de las letras. 
Y así como sus manuscritos pasaron, de cara a la investigación y divulgación, a la Fundación Jorge Guillén junto al legado de destacados escritores de la región; lo demás puede contemplarse en la Casa de Espiritualidad San Frutos, por donde pasan numerosos grupos foráneos que pueden así conocer y aprovecharse de su legado místico. 
Entre los objetos destaco en primer lugar el cuadro de sus padres con una hermana que murió precoz, y que pensábamos que se trataba de Rafael al que habíamos tenido por hijo único, pero en la parte de atrás del cuadro se desveló el misterio. Además, un primo hermano de Rafael conoció a la niña y tenía especial aprecio a la fotografía. 
Otro recuerdo a poner de relieve es la orla de su licenciatura en teología (1958-1962) por la Pontificia Universidad de Salamanca, en el que aparecen conocidos profesores de esa Alma Mater. 
Cuando murió su madre María quiso escribir un artículo en El Adelantado que se publicó el 21 de febrero de 1994 titulado Primero y último don de una madre buena, que luego enmarcó y decoró con flores y hojas, poniendo una fotografía de ella. Da gracias a Dios por la fe y vocación al sacerdocio en las que tanto tuvo que ver su madre, así como el que ella le inculcara el amor al trabajo, la honradez, la fidelidad, y el saber compartir afecto, dada su natural simpatía. 
Rafael no sólo escribió poemas en la cal de las paredes de su hogar, sino en superficies de madera que preparaba y adornaba con primor. Uno de ellos lo titula Hágase, en torno al misterio de la encarnación: 

Tu corazón, tus ojos, tu cintura 
Acogen la llegada del misterio. 
Esclava en el divino cautiverio 
Se hace nido de carne tu clausura.

En tu sangre de niña se inaugura 
Un fluir río tierno de salterio. 
Fértil en soledad de monasterio, 
Va creciendo la luz de tu figura.

Madre de Amor y Virgen prodigiosa, 
Te abrirás en el alma, niña rosa, 
Y alumbrarán tus pétalos al Niño.

Serán cuna tus brazos maternales; 
Tus pechos, amorosos manantiales: 
Y Dios florecerá con tu cariño. 

Otro soneto plasmado en madera lo titula Permaneces: 

Permaneces, Amor, silencio y nieve.
Manantial incansable de cariño. 
Humilde Navidad: perpetuo Niño 
Todo candor de Pan divino y leve.

En Ti mi corazón ardido bebe 
Las ansias de querer. Mi verso aliño 
Para que diga, con sayal de armiño que 
Te quiere besar y no se atreve.

No me atrevo a besarte, soy tan pobre… 
El verde cardenillo de mi cobre 
Ensombrece tu playa sin orillas

Bésame Tú, Señor, y con tu beso 
Arrancarás los clavos de mi peso 
Para volar amando de rodillas. 

Rafael tenía tanto que decir por su rica vida interior alimentada por una gran capacidad de admiración que aprovechaba cualquier material para comunicarse, hemos aludido a la cal de las paredes de su casa, la madera, por supuesto el papel, pero también quiso servirse de las piedras y gritar: Hasta las piedras humildes hablan de Dios.

Otra manera de acercarse a este gran poeta son sus objetos personales: recuerdos familiares, de estudio, trabajo, viajes, recreo. Todo esto, no cabe duda ayuda a leer su obra literaria con mayor provecho. 

PÁGINA LITERARIA DOMINGO, 7 DE DICIEMBRE DE 2025 EL ADELANTADO DE SEGOVIA )


(*) José - Miguel Espinosa Sarmiento