13/7/20

POEMAS SOBRE EL SACERDOCIO


LLAMADA

Era la tarde fértil. En el sepulcro vivo
Juan de la Cruz hablaba con aire de silencio.
Sus liras encendían la llama del encuentro.
Novicios Carmelitas con su capa de nieve
tejían la salmodia de vuelo trascendente.

Un joven de rodillas contemplaba la escena
con envidia de arcángel y corazón de niño.
Dos palabras transían sus arterias recientes:
“¡Sólo Dios! ¡Sólo Dios! me puede dar las alas
que necesita el ansia de amores infinitos”.

Sintió que la sonrisa de Juan le cobijaba
y el rostro del Amado miraba a los ojos.
Sintió que se fundía su sangre con el vuelo.
Sintió que se extendían sus nuevos horizontes,
y una llamada clara inundó sus entrañas.

“Has de venir, te espero. Me fío de tu gozo.
Me fío de tus besos de entrega adolescente.
Conmigo serás verso de santa rebeldía
para decir al mundo que el amor es posible.


Has de venir, amigo, Tus diez y siete años
ya tienen fortaleza para ascender a monte
Yo te daré la mano cuando el camino duro
muerda tus pies de carne y tus sueños de alba.

Entrégame tu vida como la Virgen-Madre,
como Juan de la Cruz, como la gran Teresa.
Yo mismo habré de ser el premio de tu entrega”.

El joven quedó mudo. Nadie supo el encuentro.
Pero notó que dentro le nacían dos alas.
Se lanzó sin temblar a la gran aventura.
Dios estaba con El. Todo en El lo podía.
Un coro de palomas sonreían.

Y desde aquel instante se hizo dueño del tiempo
se hizo dueño del cosmos y de la luz Primera.
Hoy sigue poseyendo las entrañas de Dios
y sigue derramando su lluvia bienhechora,
sobre el campo del hombre con sed del Infinito.

(probablemente sea autobiográfico, D. Rafael sintió la vocación a los 17 años).