9/7/20

PRÁDENA: POEMAS DE RAFAEL MATESANZ A SU PUEBLO NATAL


PRÁDENA DE MIS RAÍCES

Amo a mi pueblo, Señor,
todo en él me habla de Ti:
los enebros monjes del bosque,
fieles siempre a su oración sálmica de silencio verdeoscuro
y a su austera soledad contemplativa;


los robles, monumentos vegetales a la fortaleza,
armados caballeros de la paz,
con cicatrices nobles en las entrañas
para hospedar palomas recoletas y pájaros tímidos;




los acebos, Navidad permanente del paisaje serrano,
cuya sonrisa se aviva
con los gélidos vientos del norte.





Las cuevas, hermosura pétrea de sus entrañas fértiles.
Todo, en mi pueblo, me conduce a Ti:
sus veredas y sus caminos,
escritos, como versos, con huellas laboriosas de honradez
para ganar el pan humilde de cada día
y llegar siempre a la perenne realidad
del “más allá” Contigo.

Amo a mi pueblo, concreto y profundo,
acogedor y hospitalario,
que resume la historia larga de mis raíces
en hombres con sabiduría de pastores leales que no
abandonan nunca a su rebaño.


Sus hombres,

cuyo rostro tallado por soles y aires, duros y tiernos,
llevan en andas
la teología berroqueña de mi misma sangre.

La salud de mi fe
se robustece en mi pueblo, Señor.
Y la salud de mi vocación de sacerdote.

Yo sé que las primeras palabras
que sugeriste a mi vida
las pronunciaste a través de él,
porque mis padres son mi pueblo
y mi pueblo son mis amigos,
aquellos con quienes disfruté
el encanto del misterio de un nido,
y aquellos con quienes peleé por
mis derechos infantiles.

Todos son mi pueblo,
todos habitan vivos en mi corazón;
también los que te llevaste
están en mí con permanencia imborrable:
los veo, sobre asnos pacientes,
caminando por callejas olvidadas;
los veo cuidando los chozos y los corrales de la dehesa
para defender la mansedumbre de sus ovejas;
los veo en mí mismo, en lo mejor de mi sangre
disfrutando el encuentro amistoso al saborear la “caldereta”,
los veo celebrando la solemnidad de su Patrona
la Virgen del Rosario, de la Estrella, de la Lastra,
vestidos con el traje más rico del mundo; el de la sencillez y el día de fiesta.

Sí, Señor, mi pueblo reza y canta,
incluso cuando llora y se retuerce.
Mi pueblo es tuyo, no sabe ser de nadie más,
ni quiere porque no se deja oprimir
por filosofías ateas
que intentan encerrarle en la cárcel
del solo tiempo y el solo espacio que captan los sentidos corporales.

Mi pueblo es tuyo,
porque tiene alas como su sierra,
porque tiene silencios hondos donde escucha tu voz trascendente,
porque cuida las raíces
de sus robles, de sus enebros y de sus acebos.
Mi pueblo es tuyo
porque tiene alma.

Gracias, Señor, yo amo a mi pueblo.
Te amo a Ti desde mi pueblo
y, Contigo, seremos, mi pueblo y yo,
palabra sacerdotal y poética que nunca cesa.
  
Prádena - 15 Julio - 1986