(Feliz
gemido de un santo)
Ni
yo ni mis manjares ni mis cosas
ni
la sílaba “ni” de sangre mía
ni
el brillo de cristal de mi alegría
ni
la casta palabra de las rosas…
Nada
me llena, Dios, si no reposas
en
la pobreza de mi compañía,
porque,
sin Ti, señor, me moriría
como
mueren sin luz las mariposas.
Solo
Tú me liberas de la nada.
Sólo
crece mi ser en tu mirada
-planta
de amor y por tu amor nutrida-.
Estate
siempre junto a mí, Dios mío,
y
llévame cantando por el río
de
saber que me vives en tu Vida.