Tríptico de sonetos a José Jiménez Martín[1],
Jimmy, muerto en accidente de bicicleta.
I
Saliste, con el
alba presuroso
por llevar a tus
padres alegría.
El giro del pedal
se desvivía
movido por tu
ritmo jubiloso.
Un invasor
metálico rabioso
devoró los
espacios de tu vía.
Notaste que la luz
se estremecía
frente al furor
del acerado oso.
De tu sangre
vertida en esperanza
brotó la paz
eterna que se alcanza
pedaleando
ascéticos amores.
Quedó tu cuerpo
por el suelo,
pero voló tu
corazón al cielo,
meta final de
recios amadores.
II
José Jiménez
¿desde arriba
como se ve la
tierra lacerada?
¿Puede rodar tu
bicicleta amada
sobre el cielo de
luz superlativa?
Sabemos que tu
alma difusiva
refleja en
nosotros tu mirada.
Tu recuerdo
convoca a la escalada
en bicicleta por
la ruta viva.
Tu ruta fértil,
silenciosa, recia.
Esa ruta que el
tibio menosprecia
porque teme subir
pedaleando.
Por eso tú, que
gozas ya la cumbre,
nos donarás el
fuego de tu lumbre
para sembrar el
corazón cantando.
III
Y por eso, tu
sombra silenciosa
desvanece las
nieblas del camino.
Somos trigo de
Dios y en su molino
nos haremos harina
substanciosa.
Cultivaremos, como
tú, la rosa
y el vuelo verde
del silente pino.
Tu pulso humano
con calor divino
convertirá en
poemas nuestra prosa.
Sigue en la tierra
tu vigor de atleta.
Arcangelada ya tu
bicicleta
desafía las vías
de metales.
Gracias, José,
sencillo y fiel amigo,
tu recuerdo nos
nutre con el trigo
de tus recias
virtudes teologales.
(Con el mayor
afecto a sus padres y familiares)
[1] José Jiménez Martín (17.5.1958-21.3.1998). Natural de
Nava de la Asunción (Segovia). Hijo de José y Amelia. Estudió en los Maristas
de Segovia. Conoció el Opus Dei en el Torreón (Segovia). Numerario del Opus
Dei. Ingeniero agrónomo, tras trabajar en una empresa de informática se dedicó
a la educación en el Colegio Tajamar. Abierto a un sin fin de actividades con
gente joven: baloncesto, cine, submarinismo, bicicleta. Sufríó atropello mortal en el término de
Colmenar Viejo cuando se dirigía en bicicleta a visitar sus padres en Segovia. Fue
enterrado en Nava de la Asunción. D. Javier Echevarría, obispo- prelado de la
Obra en la carta que dirigió a su vicario de España el 22 de marzo escribió: Muy preparado debía estar Jimy cuando todo
ha sido tan rápido: alegría grande por tener más gente en el Cielo, que es
completamente compatible con la pena enorme que sentimos.