25/9/20

POEMAS SOBRE EL HOMBRE


TREN DE CERCANÍAS MADRID- SEGOVIA

Te vi pasar con hueco en las entrañas
y el corazón gimiendo, cuesta arriba.
Gemías o cantabas -no se sabe-:
el gozo y la tristeza
en tus plantas metálicas se funden.

Mas no podías cantar; en tus pupilas
faltaba el brillo del calor humano.

Llegaste a las Navillas. Recogiste
las niñas de tus ojos y empezaste
a mirar con amor todas las cosas.
Eran las mismas cosas de otros días,
pero nunca supiste que te hablaban
hasta que ellas,
volando alegres por tus ventanillas,
te enseñaron a ver y te dijeron:
“Mira el hermano pino: cómo vuela
para besar la nube del silencio.
Mira la hermana nieve. No la temas,
su presencia es saludo
de blanca bendición alborozada.
Mira la hermana agua saturando
con arroyos de risa la pradera…”


Y tu verdad de técnica en servicio,
¡oh dócil tren!, notó que te habitaba
una corriente cálida de sangre
recién besada por la Luz del Padre.

No era el vigor eléctrico de siempre
empujando tus hierros calculados.
Era rumor de vida; voces frescas
llenándote de sí, dando sentido
a tu galope en busca de esperanza.

¡Oh tren afortunado que llevaste
treinta y tres corazones sin cenizas
un lunes de febrero…!

Yo sé que, cuando vuelva la tristeza
y el vacío a tu alma,
te aliviará el recuerdo de esas niñas,
las niñas alba de tus ojos fríos,
que te enseñaron a mirar al mundo
con más amor…

Y sembrarás estrellas cuando pases
acariciando vías prisioneras…
¡Oh tren de cercanías entrañables
con mensaje de paz en la pisada…!

Querido tren, testigo de los montes,
de las zarzas, las rocas y las liebres;
cuando penetres en el otro mundo
tan herido de prosa: la ciudad,
lleva tu carga densa de poemas,
de vida en esperanza, de cariño.

Porque ya sabes ser como tus niñas:
luz en la oscuridad, beso en el hielo…

Y cuídame de ellas, que son tuyas
y mías y de Dios, para que lleguen
al término del viaje felizmente,
como verso de amor que nunca cesa.

(A mis queridas ejercitantes de 2º B.U.P. Colegio de Misioneras del Santísimo S. Segovia – Febrero -1986)