GRACIAS POR VUESTRA SONRISA
la primavera de vuestra sonrisa.
Oísteis en silencio la llamada
del Amor y dijisteis generosas:
“Señor, no tengo mucho, solamente
un cirio de sonrisa en la mirada
donde tu luz se entrega con mi sangre.
Si esto te sirve, tómalo si quieres.
No tengo más, Señor, soy muy pequeña”.
Y el Amor ha tomado la palabra
a vuestros ojos limpios y sencillos.
Se ha hecho llama en su lago transparente
para salvar estrellas y palomas.
Por eso caben en vuestra sonrisa
niños sin padre y sin pan caliente,
padres sin niños y sin ruiseñores,
ancianos sin senderos ni bastones
y jóvenes sin verso en las arterias.
Queréis con la sonrisa redimirlos:
sonrisa de palabras mensajeras,
sonrisa de miradas de esperanza,
sonrisa de caminos que se abren,
sonrisa de las manos laboriosas…
Y, pequeñas y todo, estáis dispuestas
a donar vuestra lámpara encendida
al esposo que llega sonriendo
para salvar vuestra sonrisa joven.
Nunca diréis que no: sabéis que el tiempo
debe ser salvación de eternidades.
Sabéis que urge al corazón la siembra
en los surcos estériles del mundo.
Habéis pactado ya con la sonrisa
para que nazcan flores en los hombres.
Una invasión de alondras se ha esparcido
en vuestro cielo de mañana pura.
Y vais, como la Virgen, con urgencia
a buscar a Isabel, a transfundiros
al gozo del Amor sobre la tierra.
Gracias, amigas, por vuestra sonrisa
en donde Dios habita y nos enciende.