Tú sabes que el dolor nos desafía.
Para cruzar el mar de la agonía
necesitamos tus maternas naves.
Sólo Tú curas las heridas graves
que devoran la luz de la alegría.
Eres salud de Dios, Virgen María,
porque Dios Te nombró su “Ama de llaves”.
Tu Hijo, Llave de Salud eterna,
es el remedio que nos da tu tierna
mirada de cariño curativo.
Míranos siempre, Virgen Curadora,
Salud de los enfermos, donadora
del gozo teologal superlativo.
(8 -Mayo -1999)