como de la tierra es la flor de primavera;
como el arroyo que prolonga transparencia de la fuente;
como el verso que articula el latido del poeta.
Soy tuyo
y lo digo con gallardía feliz
y alzo mi pertenencia a Ti como bandera que me estimula,
como nombre que me describe,
como incienso que me florece, me inmola y me consuma.
Soy tuyo
a fondo perdido,
entregándote mis luces y mis sombras,
desparasitando mi corazón pegadizo,
hundiéndome en Ti,
ahogándome en Ti,
surgiéndome permanentemente nuevo en Ti.
Soy tuyo
y nada más deseo, porque Tú, conmigo, me das todo:
míos son los bosques y las nubes y las estrellas;
mía es la moneda del dolor y el beso del agradecimiento.
y soy tan tuyo que, aunque nada me dieras,
seguiría siendo sólo tuyo.
¡Gracias, Señor!