a mi pobre existencia desvalida.
Gime mi carne rota y dolorida
anhelando la luz de tu camino.
Lávame del vacío y la tristeza.
Límpiame de mi sangre lastimada.
Se que soy pecador: sin tu mirada
desnudamente siento mi pobreza.
Está siempre delante de mis ojos
el hueco de tu ausencia y tu
ternura.
Lloro desamparado mi locura
en la cárcel cruel de mis antojos.
Álzame, bésame, como si fuera
un niño que Te llama con su
llanto.
Arranca mi pecado y hazme santo
re-creando en mi ser tu primavera.
En oscura maldad surgió mi vida
y soy el filo de la rebeldía.
Pero el amor de tu sabiduría
fecundará la sangre de mi herida.
Instrúyeme en secreto tiernamente.
Blanquéame con tu blancor de
nieve.
Hazme sentir tu gozo claro y leve
y enciende en mi tu lámpara
inocente.
No mires más la noche de mi
ausencia.
Olvida el mar de mis iniquidades.
Crea en mi carne limpias
claridades
y renueva por dentro mi
conciencia.
Quiero estar ante Ti, quiero
quererte.
Hospeda en mí tu Espíritu Divino.
Devuelve la esperanza a mi
destino.
Lléname con la paz de poseerte.
Mi corazón será tu mensajero.
Hablaré del hogar de tus amores.
Seré refugio de los pecadores.
Esparciré mensaje misionero.
Líbrame de la angustia, de la pena
y cantará mi lengua tu justicia.
Disfrutará mi vida la delicia
de alabarte y gozarte en dicha
plena.
No quieres holocaustos sin cariño
ni te complace el oropel del rito;
pero te doy mi corazón contrito:
un corazón contrito es como un niño.
Así mi ser entero, enamorado,
será incienso, liturgia, melodía.
Así será la pobre carne mía
gozo de luz que borra mi pecado.