¿Quién, al mirarte, no se ha estremecido?
¿Quién puede contemplar sin sentir nada
el inmenso dolor de tu mirada,
la súplica en tu rostro enfebrecido?
¿A quién tu soledad no ha conmovido?
Sóla al pie de la Cruz, rota, acabada,
ese mismo Madero es la almohada
en que apoyas tu cuerpo estremecido.
En toda tu expresión hay fuerza tanta
que al mirarte se anuda la garganta
¡Es tan real tu imagen!...¡tan sencilla!..
No hay duda que un aliento sobrehumano
guió el cincel y aseguró la mano
de quien logró esculpir tal maravilla…