Virgen María,
cambia la tierra en cielo;
la noche en día.
Tu carne inmaculada
nutre la suya.
Llega a los corazones
el aleluya.
Eres tierra bendita
que el cielo labra:
cobijo maternal
de la Palabra.
Eres plata sencilla,
plata de luna.
Te haces para Dios Hijo
cálida cuna.
Las flores te sonríen
y las palomas
te regalan arrullos
cuando Le tomas.
Con milagro invisible
Le das a luz.
Otro parto te espera
junto a la Cruz.
Dame, Madre, a ese Niño
de tus entrañas,
que pueden devorarme
las alimañas.
Recibe los detalles
de mi cariño:
cuanto soy Te lo entrego
para tu Niño.
Seré juguete dócil
para sus manos.
Le cantara mi gozo
versos humanos.
Con luz de tu mirada
y con tus besos
irá creciendo el Niño
sin retrocesos.
Enséñame a cantarle
que ya no quiero
vivir, si no Le sirvo
de campanero.
Mi pobre corazón,
poquito a poco,
aprenderá el oficio
de darse loco.
Loco de gozo inmenso
que lleva al hombro
las alforjas repletas
de azul asombro.
El Fruto de tu vientre,
Madre bendita,
hace de mi torpeza
luz manuscrita.