Dicen que tengo el corazón robado
por tu cariño puro. Me han llamado
vuelo filial de dócil aguilucho.
Dicen también, Señora, que te escucho
y quedo en tu palabra embriagado.
Dicen que tu silencio me ha dejado
sin vigor iracundo cuando lucho.
Dicen tanto, Señora, que parece
que mi desnudo corazón florece
azucenas de blanco regocijo.
Dicen ¡qué bien! que tengo por oficio
perder por Ti mis cosas y mi juicio
viviendo sólo para ser tu hijo.