eres Tú, mi Señor. Cariño puro.
Cariño sin mentira, sin oscuro
tributo al rey de sombras y de cieno.
Contigo, mi Jesús, el Nazareno
que siembre corazón con paso duro.
Contigo sólo vivo y aseguro
vivir y rebosar mi vaso lleno.
Los hombres y las cosas envejecen
en la prisión del tiempo. Sólo crecen
las flores que genera Tu mirada.
Contigo sólo, Jesucristo mío,
vestida de cariño y de rocío
mi ceniza de sangre enamorada.