¡Qué bien ser pobre que lo tiene todo!
¡Qué bien tener el corazón sin puerta!
¡Qué bien donar la mano siempre abierta!
¡Qué bien quedar Contigo, codo a codo!
Pescaremos los dos en este lodo
de mi pereza plañidera y cierta.
Me invadirás de Ti, por si despierta
mi corazón y late de otro modo.
¡Qué bien estar en tu querer cautivo
y tejer el paisaje con el vivo
color de amor que alumbra tu figura…!
¡Qué bien sentir que entraste y me robaste
la vida entera, cuando me llamaste
a seguir tu pisada y tu locura!