Te limita mi carne, Jesús mío.
Te cerca el sueño de mi pobre arcilla.
La Virgen Madre, tierna maravilla,
arropa tu desnudo escalofrío.
Capullo sonrosado con rocío
de la noche feliz que se arrodilla.
Te siembras en el hombre. Tu semilla
es amor, sólo amor en desafío.
Calladamente miro, Te contemplo…
Mi corazón de carne se hace templo
donde rezo los salmos del asombro.
Déjame que Te mire y Te celebre
con silencio de amor, junto al pesebre
para no despertarte, si Te nombro.