Un beso de silencio humedecido
con lágrimas quemantes y sinceras.
Un beso de soñadas sementeras
en el campo de Dios amanecido.
Un beso tan profundo y tan ungido
de miles de cariños y de hogueras,
que cupieron en él las primaveras
de todo su recuerdo florecido.
Con este beso de color de cielo
coronaron felices el desvelo
de su paternidad plenificada.
Por este beso ubérrimo de amores
el Señor de la Vida hizo doctores
a tus padres y a ti con su mirada.