En la casa nazarena
una Virgen hacendosa
va poniendo en cada cosa
hermosura de azucena.
Está su vasija llena
de fe sencilla y dichosa.
Hay donación silenciosa
y plegarias en cadena.
El Arcángel claro y leve
teje sílabas de nieve
en mensaje confidente.
El rubor humilde brilla
en la flor de su mejilla:
primavera adolescente.