Espera más, Amor, que todavía
no he llegado a la nieve de tu cumbre.
Me sujeta la densa pesadumbre
del dolor no vivido en alegría.
Necesito tu mansa cercanía,
la clara llamarada de tu lumbre.
Quiero quedar amando por costumbre
tejiendo los segundos de mi día.
Espera más, Amor, que mi pobreza
padece desalientos de pereza
sin besos jubilosos de rocío.
Espera más, que el grano de mi trigo
sólo vive mirándose Contigo
sólo Contigo vencerá su frío.
Pero la muerte se convierte en vida
si muero sumergido en tu sonrisa.
Tu luz vivificante, tan precisa
besará mis entrañas y mi herida.
Profeso ser locura compartida,
aliento regalado con la brisa.
Corazón que viviendo tan de prisa
muere de amor y salva su partida.
Nada me turba del morir futuro,
tu cariño de Dios está seguro.