Vuestros besos de tierra que se entrega
en palabras o frutos vegetales.
Gotas de flor que fluyen a raudales
como lluvia al revés que lava y riega.
Porque laváis lo pardo de la vega
con verdades fecundas de ideales.
Hoy, vertida esperanza por las cales
de mi doliente ser, me avanza y llega.
Y tomarán a risa los mendigos
de metálicos oros apagados
esta viva efusión de mi salterio.
Ya entenderéis vosotros, mis amigos
árboles pequeñitos, derramados,
que el canto de mi voz es vivo y serio.
(soneto de afecto a la materia de la Eucaristía)