Pero con mayor cercanía
que en el asombro magno de
lo creado
nos hablas en los reflejos
de tu vida íntima
sobre la sangre humana.
Hay padres e hijos,
Hay esposos y esposas,
Hay instintos sociales,
Hay niños.
Hay belleza
cincelada en carne de mujer
que convida al amor.
Hay arcilla y espíritu -mezcla sustancial-,
en carne de hombre,
que enhiesto sobre la tierra,
abre camino a los astros,
buscando…
quizá el amor.
Hay providencia tuya
en todo,
hasta en las explosiones históricas
como el comunismo
que dan pesadilla a nuestro
sueño cómodo,
que quizá despiertan
nuestra siesta de ricos fratricidas,
a la sombra
del árbol de sangre
de los pobres.
Tú estás aquí.
Aquí está tu calor
hasta que haga lumbre
con nuestra leña
fría y mojada
de invierno…