Nostalgia de los mares, aguas puras
del llanto candoroso del anhelo.
En tus espejos húmedos el cielo
es casi más verdad que en las alturas.
Tu claro corazón, en las honduras
de tu silencio virgen, cura al suelo
su seca soledad, su desconsuelo
de peña estéril con entrañas duras.
Porque eres profetisa de otras luces
menos frías de tiempo fugitivo,
menos llagadas de desesperanza.
Lo eterno que predicas y trasluces
en tu ojo de fe contemplativo
sostiene cristalina la esperanza.