14/11/23

YO TE AMO, MADRID

 


 



Hubo días, en que te pronunciaba

y morían en mí los horizontes,

los pájaros desnudos de mi alma

agonizaban con pensarte sólo.

 

Hubo días de luto presintiendo

desamparos en ti si me llamabas

para enterrarme en tus arterias densas.

 

Hubo días de bosques incendiados,

de arroyos secos y de mares secos

de batalla de estrellas en la niebla.

 

Ahora que soy la sangre de tus sueños

que sé tu corazón en el diluvio

de latidos calientes, me pregunto

¿qué milagro has obrado en mis entrañas?

¿Ha muerto el niño aquel que se escondía

en faldas virginales de campanas?

¿estoy en mí yo mismo o me he perdido,

grano de arena en ti, y no me busco?

 

Me has salvado los ojos en tus niños

que en abundancia de candor se encienden.

Invadiste mi sangre con estrellas

femeninas de carne y de sonrisa.

Doy a tus hombres solo este huerto

para que siembren su dolor de urgencia.

 

Las frágiles paredes de mi vaso

han abierto sus poros y me inundan.

Soy, como tú, océano de sueños,

sin fronteras de mí; pero te amo

te agradezco el milagro de los niños

que te nacen, Madrid y me regalan;

te agradezco el calor de los arroyos

azules de esperanza que te alfombran;

te agradezco los árboles paternos,

su dolor liberando primaveras;

te agradezco los pasos vacilantes

de tus ancianos niños como frutos

maduros de anidar en tus arterias;

te agradezco ser tú, sin darme cuenta,

tu ciudad desgarrada como madre

que no se cansa de morir gestando.

 

Madre ciudad, Madrid, que sin palabras

pronuncias donaciones sin fronteras

que abres surcos en ti, que abres heridas

para sembrar hogares en tu carne.

 

Madre ciudad, Madrid, yo te venero

yo te amo y te ruego que me robes

los últimos rincones de mi estancia.

 

No he perdido campanas; el amor

nunca pierde campanas las contagia,

No he perdido montañas, soy su siembra.

No he perdido canarios, soy su vuelo.

Tan tuyo soy, Madrid, que me pronuncio

cuando tu nombre fluye de mis labios.