IGLESIA MÍA
Tu pila bautismal me dio la Vida.
Desde entonces, mi voz agradecida
canta feliz tu fértil sementera.
Eres de luz y piedra
misionera.
Hablas de Dios con llama sostenida.
Me llevas de la mano en la subida
a la oración filial y verdadera.
Iglesia de mi sangre
confidente,
que alzaste mi fervor adolescente
al gozo de la blanca rebeldía.
Tú leíste mis ansias
manuscritas
y llegué, navegando aguas benditas,
a sacerdote tuyo, ¡Iglesia Mía!.
(A la Iglesia de Prádena, con profunda gratitud)