25/7/20

PRÁDENA: POEMAS DE RAFAEL MATESANZ A SU PUEBLO NATAL


LÁMPARAS HUMANAS


   Mujeres y hombres de reciedumbre serrana,
tallados por el cincel del aire
y besados por el sol alto de la fe.

   Vosotros, míos, abrigáis mi verdad viviente.
Al fondo de vuestra figura rocosa,
custodiáis manantiales que dan de beber honradez fidelísima.

   No tenéis edad: vuestro rostro predica dimensión eterna.
Todas las sementeras permanecen
en vuestra mirada de esperanza.
Todas las primaveras iluminan vuestros desvelos
con flores de sudor.
Todos los veranos de mieses difíciles
ponen anillos de oro en vuestras manos callosas.

   Testigos de Dios, sin formulaciones teológicas,
predicáis sencillamente teología berroqueña.

   Sois plegarias recias que alumbran caminos eternos.
Sois arquitectos de la esperanza;
escultores del hogar; ingenieros de la palabra firme.

   Vuestras manos son versos de tierra fértil.
Vuestro corazón, empleado en desvelos de generosidad,
es ciudad habitada donde tienen cobijo
todos los huérfanos, todos los tristes, todos los desamparados.

   Vosotros, mujeres y hombres de mi tierra, Lámparas humanas,
sembradores de oasis en todos los desiertos,
habéis de roturar de nuevo los corazones enfermos de hastío
y sembrar en ellos motivos para vivir y motivos para volar.

   Vosotros, columnas de granito alzando ríos
de aguas transparentes,
habéis de regar la tierra desolada de los hombres sin fe.

   Vosotros, pastores curtidos por austera reciedumbre,
habéis de salvar a las débiles ovejas
de tantos lobos disfrazados de benefactores.

   Vosotros, mujeres y hombres con Dios en las entrañas,
habéis de restaurar la dimensión transcendente del hombre
y enseñarle a volar
hasta el gozo de la filiación divina.

   ¡Oh lámparas humanas, hermanas y hermanos míos!
No os rindáis:
seguid siendo salvadores de todas las esperanzas.