SAN BERNARDO DE CLARAVAL
Claros tus ojos de candor amante.
Clara tu voz profética vibrante.
Clara la paz del claustro que fundaste.
En tu huella clarísima quedaste
gozando claridad. Y vas delante
llamando al hombre que camina errante
perdido en el error que denunciaste.
Tu voz y tu sayal nos hacen falta
para escalar la luz hermosa y alta
de la Palabra eterna y encarnada.
Vuelve otra vez, Bernardo. Reverdece
el árbol de la vida, que anochece
el hombre prisionero de la Nada.