SONETO A SANTA MÓNICA
Gracias, mujer de fe clarividente
en alba de cariño y de ternura
para salvar al hijo renuente.
Dios fecundó tu llanto penitente
en el vergel de su mirada pura.
El hijo nuevo remontó la altura
hasta tener a Dios por confidente.
Y fuiste tú, mujer, Mónica santa
presencia del amor que se agiganta
con maternal desvelo de campana.
Dios escuchó la voz de tu plegaria
y, en tu hijo te hiciste luminaria
que proyecta su luz agustiniana.