LAS MANOS DE JUANA JUGAN
tus ojos, tu sonrisa, tu plegaria,
tus pies en su desvelo de caminos,
tu corazón latiendo de esperanza.
Podía cantar tu sangre floreciendo
amapolas de mayo en los hogares
o tu sudor segando las espigas
para dar de comer a tus hermanos.
Podía cantar tus noches y tus días
tus silencios de música secreta
o tus densas palabras de silencio…
pero canto tus manos, tus millones
de caricias escritas tiernamente
sin pasarnos factura de cansancio
porque en tus manos floreciste plena.
Canto la llama que encendían tus manos;
la ropa que lavabas con tus manos
y la comida pobre que tus manos
cambiaban en manjares deliciosos.
Tus manos eran cuna y eran mesa
era abierta palma de mendiga
y generosidad de sembradora.
Era plegaria de fervor sencillo
en cauce de Rosarios encendidos
y eran el centro de los ojos pobres
que buscaban tus manos siempre llenas
de cariño hecho pan recién cocido.
Tus manos constructoras de mansiones.
Tus manos excavando los cimientos.
Tus manos levantando las paredes.
Tus manos culminando los tejados.
Tus manos de peón y de arquitecto
creando hogares, nidos confidentes.
Juana Jugán, obrera, labradora
jardinera de rosas solitarias.
Juana Jugán volando con las manos
cosiendo nubes con tus manos de ángel
y alzando torres con tus manos fuertes.
Volteando campanas con tus manos
para sembrar alondras en los ojos.
Juana Jugán tus manos eran reinas
de tu anhelo y desvelo inquebrantable.
En tus manos humildes florecía
la primavera del amor divino.
Leías en las manos de Jesús
treinta años de sombra luminosa
en el trabajo y la oración sencilla.
Besabas en las manos de María
delicadezas de cariño tierno
y José, confidente, sonreía
con sus manos de padre laborioso
y alejaba el cansancio de tus manos.
Juana Jugán, amabas con tus manos.
Hoy se ama con frases, con proyectos
nacidos en la mesa de oficina;
lejos del surco y del calor moreno
que pinta el sol con el sudor mezclado.
Es necesario amar como tus manos:
floreciendo ladrillos, pan caliente,
tortilla de patatas y consuelo.
Fuiste testigo del Amor, amando
con letra manuscrita de tus manos.
Salvaste el verso de las manos fuertes.
Salvaste el verso de las manos tiernas.
Tus manos se manchaban y eran verso;
se lavaban tus manos y cantaban.
Juana Jugán, Maestra de otras manos
que prolongan tus manos en la tierra,
con sus manos de vírgenes fecundas
cúranos nuestras manos aburridas
por no saber manuscribir la vida
haciendo poesía del trabajo
y alegría perenne de la entrega.
Haznos enamorados que florezcan
en manos de plegaria como llama
en manos de caricia como brisa
en manos de raíces milagrosas
que alimente los árboles en vuelo.
Manos de luz, tus manos señalan
el camino seguro de la Vida
donde el amor se nutre eternamente
en las manos de Dios Enamorado.