I. ESTÁ LA VIRGEN
es la cuna de Dios, la tierna cuna
que da calor de amor como ninguna
consumación del arte y de la ciencia?
Tú Le das corporal de transparencia,
azucenas de besos, una a una.
Tu mirada purísima de luna
recibe claridad de su inocencia.
¿Cómo no vas a estar, Virgen María,
adosando a tu Niño- Eucaristía
si eres Dueña de Dios y El es tu Dueño?
Enséñame tu forma de besarle,
tu forma de tocarle y de brizarle
siendo trigo de amor para su sueño.
EL ESPÍRITU SANTO, CONTIGO
II
¡oh Virgen de la carne inmaculada!
Busca Dios el calor de tu mirada
cuando en la Misa viste Pan y Vino.
Besas Tú con rocío cristalino
su Palabra de espigas encarnada.
Quedas Tú, como El transubstanciada
sobre la nieve cálida del lino.
Ofreces, junto a El, en la patena
tu desvelo de Virgen azucena
que sólo vive para dar aroma.
Gozaremos Contigo en cada Misa
la sonrisa de Dios, esa sonrisa
que en tus pupilas de candor asoma.
ENLOQUÉCEME, SEÑOR
III
que soba el corazón calladamente.
¡Dios con sayal de pan! ¡Dios confidente
hasta quemar mi sangre, si te toco!
Con palabra de barro Te convoco
y vienes a mis manos mansamente.
Un galope de sangre penitente
me sumerge en el gozo, poco a poco.
Estás en mí, Señor. Y no quisiera
inaugurar la eterna primavera
de disfrutar tu cálida ternura.
Dile a tu Madre, Virgen de rodillas
que me preste su asombro y las sencillas
maneras de quererte con locura.