GRACIAS SEÑOR
desde la Cruz abierta y silenciosa.
Tu cariño de sangre me rebosa
y pongo el corazón en la mirada.
Mansa palabra de la luz llagada.
Alarido solemne de la rosa.
Suprema libertad donde reposa
el amor de tu Carne consumada.
Ya está, Señor. Pagaste el precio
justo
por la sombra del hombre
decretado
para salvar de nuevo su figura.
Es robusto tu amor, tan robusto
que el vuelo de la Cruz ha consumado
el mensaje total de la locura.