encendido en la dicha de
quererte.
Mi corazón contrito se
convierte
y se arrodilla y se disuelve
en canto.
Tu amor, desde la Cruz,
callado y tanto
desconcierta mi cálculo y mi
suerte.
Quiero morir Contigo y con mi
muerte
resucitar del tenebroso
espanto.
Te dono mi dolor: esta
pobreza
de límites de arcilla y de
pereza
que me asedia y me tiene
prisionero.
Nada te pido, Dios, nada Te
arguyo;
sólo quiero decirte que soy
tuyo
y que, a pesar de mi maldad,
te quiero.