He de ser latido limpio como el silencio del alba.
He de poder volar a tus intimidades, Señor.
He de alumbrar tus caminos
para los hombres sin camino.
Líbrame Tú, Señor, del peso de mí mismo,
de los fantasmas amenazadores del futuro,
de los límites dolientes de mi carne,
de ese lento deterioro en las alas de mi entusiasmo.
Líbrame del dolor del tiempo no empleado fértilmente.
Líbrame de la muerte continuada por las horas que pasan
y me substraen esperanza.
de toda actitud arrogante,
de toda evasión,
de todo sentimiento de fracaso,
de todo cansancio cultivado,
de toda carga furtiva que no sea de luz o de vuelo.
Déjame solo Contigo y créceme en Ti
hasta alcanzar el sosiego feliz de tu mirada.
Sólo, asido a Ti, quedaré desasido
de mis penumbras y de mis esclavitudes.