23/4/23

LA RESURRECCIÓN








Cuando resucitaste a tu Hijo,

diste garantía a nuestras resurrecciones.

Nuestra vida, incluso la del cuerpo,

no termina en la muerte y en la nada .

Tu eres Dios de los vivos. Eres el Padre

de la Vida.

 

No cabe en nuestra sabiduría de

hijos tuyos, el horizonte dramático

del nihilismo.

 

Nacimos para vivir viviéndote a Ti

que eres la Vida Eterna.

 

He aquí la honda raíz de nuestra

alegría imperecedera.

 

Ser hijos tuyos equivale a ser

eternos, a poseer para siempre el

paraíso de tu cariño eterno.

 

Carecen de identidad los motivos

de nuestras tristezas, si saboreamos

nuestra filiación divina.

 

Yo, Padre, te pido, para gozar

de perenne alegría la clarividencia

de sentirte Padre mío; de palparte

Padre mío, de abandonarme en tus

manos omnipotentes y omnicariñosas

que, superando los límites del tiempo,

me regalan la eternidad.

 

Una eternidad feliz. Para eso

me creaste, para comunicarme

tu eterna felicidad. Yo, con la misma firmeza

creyente con que contestó Marta,

la hermana de Lázaro, quiero contestar a tu Hijo:

“Creo que Tú eres el que tenía que venir,

el Hijo de Dios, la Resurrección y la Vida”.

 

Gracias, Padre. Gracias Vida,

Gracias Amor sin límites de

tiempo ni de espacio.