24/4/23

MI PASCUA ROTA











¿Por qué tanto dolor cuando la Pascua

trae tu Verdad de Luz Resucitada?

¿Qué noto en mí presente y lacerante,

rompiendo el aleluya de mi vida?

 

Abro los ojos y la flor no acierta

a decirme sus versos presentidos.

 

No alcanzan mis palabras

a curar las heridas de los hombres.

 

Mis manos son intento de servicio;

mi corazón, hoguera que no prende

en otros corazones doloridos;

mi palabra, semilla inadvertida.

 

Soy pobre radical: sólo me nutre

el pan que se comparte y se disfruta

en vertical y horizontal justicia

y nadie me lo da.

 

Necesito que el hombre se averigüe

hijo tuyo sin dudas lacerantes.

 

Necesito que el hombre se comparta

en paraíso de familia unida.

 

Señor, el Aleluya de la Pascua

languidece en mi sangre

como el pájaro triste que no tiene

árbol donde anidar.

 

No puedo estar contento mientras haya

flores no halladas, brisas no escuchadas

y pájaros ausentes y sangrantes.

 

Sería verdad mi Pascua, si los ojos

de mis hermanos hombres te encontraran

en las cosas menudas y elocuentes;

si notara tu Luz transfigurando

sus poderes de acceso en pan reciente;

si escucháramos todos el poema

del niño en el regazo de su madre.

 

Sólo tu Amor, Señor, nos transfigura,

nos resucita, nos otorga Vida.

Tu Amor, la lluvia fértil que incrementa

la tierra dolorida de la carne.

 

Digo Aleluya, Dios, sólo esperando

un futuro mejor no lacerado

por arrogancias bélicas, ni guerras,

ni odios, ni blasfemias, ni lujuria

dejando niños rotos entre gasas.

 

Me duele el hombre, Dios, Te está doliendo

a Ti Resucitado, pues te falta

para resucitar del todo, que la tierra

abra su corazón a Tu Presencia

liberado ya y viva eternamente.

 

Esta es mi Pascua rota. Sólo soy

menesterosidad, suma pobreza;

casi como la tuya que no puede

cambiar el mundo de los hombres rotos.

 

Pero Te sé Viviente. Te comparto.

¡Aleluya! Señor, aunque la niebla

de la injusticia vertical me muerda.

 

¡Aleluya! Señor, aunque la llaga

de la injusticia horizontal me mate.

 

Estás Vivo, Señor, y Tú me impulsas

a decir ¡Aleluya! entre gemidos.