Soy teocéntrico.
Todo, en mi visión, gira alrededor de Dios y desde Dios.
No puedo eludir, ni quiero, en mis razonamientos
la suprema realidad del Sustentante que llamamos Dios.
Sólo El da consistencia
a los cimientos metafísicos que me dan sentido.
Sólo El
satisface mis ansias íntimas psicológicas.
Sólo El
humaniza mis caminos morales.
Sólo El
culmina mis creaciones estéticas.
Sin Dios,
quedaría en el vacío absurdo.
Sin Dios, mi “yo” sería una cárcel inhóspita sin esperanza de
libertad.
Cuando más
desafía el mundo a esta suprema Verdad; Dios,
más creyente soy,
aunque también sufro más
porque percibo la ruina de los hombres, a quienes amo.
¡Dios mío!
Alíviame.
Quiero hacer libres a los hombres y realizarlos en el amor a
Ti
para que nos amemos entre nosotros.
Creo en la
alegría de existir, porque creo en Ti.
Gracias,
Señor.
Seguiré con el peso de tu Luz en mis entrañas
sabiendo que no me abandonas.