17/4/23

RESURRECCIÓN








Hemos muerto Contigo. Transitamos

tu noche sin estrellas.

 

Fue tu Sangre la luz que nos guiaba

por calles de amargura.

 

Viernes morado con olor de muerte.

 

Envolvimos tu cuerpo y lo enterramos

en el sepulcro abierto y en el alma.

 

Tu Madre con silencio Te sembraba.

¡Labradora de amor y de esperanza!

 

¡Oh  sábado larguísimo sin flores

ni versos en los ojos al mirarnos!

 

No estabas Tú. No estaba tu Palabra

prendiendo hogar, nutriendo de caminos

la pobreza sin rumbo de la tarde.

Dos noches con insomnio y asedio

de sombras erizadas y arrogantes.

 

Y llegó el primer día de la semana.

Alba primera. Flor primera. Llamas

de la primera lumbre de Esperanza.

 

El  sepulcro vacío pregonando

tu vuelo de victoria omnipotente.

 

María Magdalena portadora

del paraíso de tu voz amiga.

 

¡Estabas Vivo, Amor, estabas Vivo!

 

Los tímidos apóstoles surgieron

del sepulcro del miedo y del fracaso.

 

Otra vez tu Presencia devolvía

el sentido a la vida y a la muerte.

 

“La Paz. Mi Paz os doy”, y se la dabas

como quien parte pan en la comida.

 

Todo empezaba a ser a estar creado

de nuevo y con hondura de promesa.

Era distinto el sol y las estrellas.

Era distinto el árbol y la brisa.

Encendiste caminos en la sangre

del grupo fiel recién resucitado.

 

El Árbol de la Cruz fructifica

para encender alondras en el mundo.

 

Se estrenaban miradas y sonrisas

con raíces en Ti, que estabas Vivo.

 

¡Oh Jesús! ¡Oh Señor de la Esperanza!

Tú transfiguras todo. Tú revives

el lánguido latido de la carne.

 

Hoy, en el siglo veinte demacrado

de tanto caminar a ningún sitio,

necesitamos tu Presencia Viva,

el eco de tu voz que nos pronuncie

como a María, con su propio nombre.

 

Pronúncianos, penétranos, envuelve

con el hechizo de tu luz divina

nuestros ojos cansados, nuestras manos

y nuestro corazón desempleado.

 

Soltaremos palomas mensajeras

en los cielos estériles y rotos.

 

Sembraremos Tu Paz Resucitada

y nos haremos resucitadores

para dar, desde Ti, la Vida nuestra

que no cesa jamás porque es la Tuya.