16/4/23

MADRUGADA PASCUAL DE LAS SANTAS MUJERES













Madrugan las mujeres con perfumes y vendas

para envolver los miembros del Maestro querido.

Todavía las sombras oscurecen las sendas;

todavía suspira su corazón herido.

 

Una tímida alondra presagia la esperanza

y remonta sus ansias en clarísimo vuelo;

pero el torrente amargo del llanto se abalanza

en las caras marchitas por hondo desconsuelo.

 

Están muertos los labios que regaban el alma

con palabras de vida y recia mansedumbre.

El día que se inicia es noche que se empalma

sobre el rumor del valle y el dolor de la cumbre.

 

La envidia disfrazada de juicio y de prudencia

ha clavado los miembros del Amor infinito.

Sólo queda el vacío de la trágica ausencia

como río de sangre vertido y manuscrito.

 

Pero el Señor madruga para subir al monte

donde el Amor consuma su luz transfigurada.

Y la Cruz verdecida decora el horizonte

en mansa primavera de mansa madrugada.

 

ESTÁ VIVO EL SEÑOR: sus ojos iluminan,

sus palabras encienden caminos de alegría.

Flores, nombres, estrellas entretejen y riman

el verso de la vida en el eterno día.

 

Mañana del Domingo: mujeres asombradas,

soldados temblorosos, apóstoles ocultos;

pobres enriquecidos, palomas despertadas:

la paz que nos invade en floración de indultos.

 

Mañana del Domingo: la Fiesta sin despojos,

la Pascua que libera nuestra carne cautiva.

EL SEÑOR ESTÁ VIVO: nos habla con sus ojos

encendidos con llama perpetuamente viva.

 

A vosotras, mujeres, riquísimas esposas

del Amor infinito, muerto y resucitado,

os dedico estos versos de estrellas y de rosas

para deciros “Gracias” por tanto amor salvado.