tanto de Ti, de tu pureza suma,
que hasta el denso secreto de la bruma
abría su corazón y se aclaraba
Contigo la palabra se estrenaba
y dejaba en el alma blanca espuma.
Y es que Contigo, Madre se consuma
la paz y la ternura que El nos daba.
Quédate, Madre, pronunciando auroras;
Quédate sosegando atardeceres.
Quédate en el latido del paisaje.
Tú eres su Paz, la Paz corredentora;
la tierna cercanía de sus quereres;
El poético arrullo en este viaje.