10/5/23

MARÍA EN LA VIDA DE LA IGLESIA Y DE CADA CRISTIANO















Vives aquí en la Iglesia peregrina,

la Iglesia de los cuerpos y de las almas.

 

Eres modelo suyo, su Figura.

 

Contigo está la Iglesia custodiando,

como Virgen-Esposa del Cordero,

íntegra y pura su Palabra viva.

 

De sus entrañas brotan ríos de vírgenes

que se entregan al Reino de los Cielos

y brotan al mirarte, al contemplarte

entregada y feliz virginalmente.

 

¡Oh Virgen fiel, Esposa del Espíritu!

Haz a la Iglesia fuente fecundísima

de vírgenes que den maternidades.

Porque también la Iglesia ha de ser Madre

como Tú, sin fisuras ni cansancios.

 

Ha de acoger radiante la Palabra,

vivirla, predicarla, derramarla

en todos los rincones de la tierra

bautizando en el Nombre de tu Hijo.

Como Madre que engendra nuevos hijos

concebidos por obra del Espíritu.

 

Pablo Apóstol gemía con dolores

de parto para dar formas de Cristo

a los hijos nacidos del Espíritu.

 

Tú, que eres Madre de maternidades

has de estar en la Iglesia, en su Misterio,

en los detalles de sus Sacramentos

-Navidad Eucarística Contigo-,

en los detalles de sus caridades

en su sencilla forma de expresión

para hablar de tu hijo enamorada.

 

La Iglesia ha de latir cálidamente

con los latidos de tu Corazón.

 

En el largo camino de la historia

la Iglesia Madre supo esta vertiente

y sembró con ermitas el paisaje

y nacieron palomas y esperanzas

y nació poesía maternizada.

 

Y, en su hogar maternal, estabas Tú

señalando a tu Hijo y repitiendo:

Haced lo que El os diga y sonreid.

 

(Rafael Matesanz, Traducción versificada y libre de la Encíclica Redemtoris Mater de Juan Pablo II, III,2)