En el seno de María
pone su trono el Amor
para tener alimento
de alegría y de candor.
Los fríos hieren al hombre
con su gélido rigor;
pero la Virgen arropa
con sangre su Corazón.
Sus pasos son delicados
y es delicada su voz
para brizar cariñosa
al Hijo Eterno de Dios.
Dame, Virgen, el cuidado
de tus arterias en flor,
para que crezca en mi sangre
la Palabra del Señor.