En el hogar nazareno
el Niño estrena un cantar,
mientras la Virgen escucha
partiendo cariño y pan.
El Niño besa la hogaza
que le ha dado su Mamá
y besa la mano tierna
que le enseña a ser Manjar.
La Virgen le dice al Niño
sin palabras pronunciar:
Hijo mío, Pan del Cielo,
¡quién te pudiera tomar!
Y el Niño mira a la Madre
y, en transparente mirar,
le dice: Madre querida,
toma Tú mi dulce Pan.
Enciende, Madre, en mi alma
los calores de tu hogar
para que el Niño se encuentre
feliz en mi comulgar.