Habla el Hijo con la Madre
y pregunta qué es la flor.
Y la Madre le responde:
la flor eres Tú, mi amor.
El Niño besa a la Madre
con encendido candor
mientras dice: Mama mía,
soy el fruto de tu flor.
Y a la Virgen se le nieva
enterito el corazón,
y siente brisas de ángel
volando a su alrededor,
porque Ella, como patena,
tiene en sus manos a Dios
y la primavera toda
se arrodilla ante el Amor.
Madre, que hable con tu Hijo
en la Misa del fervor
y casi sin darme cuenta
florezca mi corazón.