El ángel del Señor, voz
mensajera
se hospeda en el hogar de
la ternura.
En un seno de Virgen se
inaugura
el clavel de la nueva
primavera.
Penábamos en carne
prisionera,
sumergidos en noche
sobreoscura.
María Nazarena se aventura
a besar con su sangre otra
ribera.
Habita ya el amor entre
los hombres
y las cosas adquieren
nuevos nombres
en salvación de vida y
alegría.
Una mujer humilde se nos
labra.
Dios, semilla de amor, se
hace Palabra
en el sí floreado de
María.